La crisis del agave en México ha captado la atención internacional, y desde Destilando México nos sumamos al análisis de esta situación paradójica en la que el tequila, cada vez más valorado globalmente, convive con la ruina económica de miles de productores de agave. Este fenómeno revela un desequilibrio estructural en la cadena productiva que amenaza la sostenibilidad de una de las industrias más representativas del paÃs.
El auge del tequila y la sobreproducción de agave
No cabe duda de que el tequila vive una época dorada. Con exportaciones que superan los 400 millones de litros al año y Estados Unidos absorbiendo más del 80% de esa producción, el sector ha crecido a pasos agigantados. La alta demanda impulsó a miles de agricultores a sembrar agave, creyendo que el negocio era infalible. Como resultado, los registros de productores pasaron de 3,180 en 2014 a más de 42,000 en 2024.
Sin embargo, el exceso de optimismo trajo consigo un excedente brutal de agave que ha colapsado el precio del kilo a niveles insostenibles: de 32 pesos en 2022 a apenas 4 o 5 pesos en 2024. En palabras de uno de nuestros colaboradores: “el tequila se subió hasta los cuernos de la Luna y el agave anda por la calle de la amarguraâ€.
Impacto en los productores de agave
Este desplome ha golpeado de lleno a los pequeños y medianos productores. Mientras las grandes tequileras maximizan sus ganancias con productos premium, muchos campesinos apenas sobreviven. “Se ha vendido a dos pesos el kilo de agave y en ocasiones a un solo y mÃsero peso, cuando deberÃa costar mÃnimo 25 pesosâ€, nos cuenta un productor entrevistado por Destilando México.
En respuesta, algunos agaveros han buscado alternativas como producir miel, mermelada o dulces de agave. Otros han dado el paso audaz de crear sus propias marcas de tequila para no depender del precio impuesto por grandes destilerÃas. Aun asÃ, el camino es cuesta arriba para quienes carecen de apoyo financiero, redes de distribución o experiencia en marketing.
Consecuencias ambientales y sociales
La expansión acelerada del cultivo de agave también ha traÃdo consecuencias ecológicas serias: deforestación, pérdida de biodiversidad y homogeneización genética de la planta, lo que la hace más vulnerable a plagas y enfermedades.
En lo social, esta crisis ha ahondado la brecha entre los gigantes de la industria y los pequeños productores. Mientras unos manejan inventarios y exportaciones a gran escala, otros enfrentan el abandono de campos y la quiebra. “Hasta están procesando el bagazo para hacer cepillos de dientesâ€, nos confiesan desde Jalisco, mostrando la desesperación de muchos.
Perspectivas y soluciones
A pesar del panorama sombrÃo, hay luces de esperanza. El Consejo Regulador del Tequila ha implementado certificaciones como Agave Responsable Ambiental y Agave Responsable Social para incentivar mejores prácticas. Asimismo, se exploran nuevos mercados más allá de EE. UU., lo cual podrÃa absorber el exceso de producción y reequilibrar la balanza.
Desde Destilando México vemos con buenos ojos que algunos productores estén organizándose en cooperativas y lanzando sus propios productos. “Probablemente entre todas esas pequeñas industrias te encuentres una gran sorpresa al descubrir lo que en el futuro será uno de tus tequilas más apreciadosâ€, nos dicen desde el campo.
La crisis del agave en México nos obliga a repensar cómo se estructura una industria que ha conquistado al mundo, pero que internamente sufre profundas desigualdades. El éxito del tequila no puede venir a costa del empobrecimiento de quienes hacen posible su existencia.
Desde Destilando México, creemos que el futuro pasa por una cadena de valor más justa, una mayor diversidad de mercados y un compromiso real con la sostenibilidad económica, ambiental y social.